martes, 14 de agosto de 2007

III.

Recuerdos...nefastos, crueles y a la vez tan tristes. Ahora entiendo porque no querían que recordará

- Por tanto, has conseguido recordar algo?

- Sí...

Su hilo de voz, se torno silencio, un silencio perdido ante los ojos de la espía eterna, tan silenciosa y enigmática. Los negros ojos de Arya eran ahora manchados por las lágrimas, que resbalaban por sus mejillas. El bosque se volvió silencio, escuchaba las lágrimas, impotente. Roran contemplaba impasible, la fortaleza que la rodeaba era derrumbada por los recuerdos.

Una elfa arrodillada ante su padre muerto, asesinado a sangre fría por aquellos que ahora perecían a su lado. Las lágrimas, silenciosas, recorrían el rostro de la elfa y su mano, temblorosa, empuñaba la espada que poco antes le sirvió de guadaña. Sus ojos se tornaron fríos y negros, maldita, contemplaban sin sentimiento sus acciones. Cuerpos inertes, manchados de sangre, alrededor de su amado padre, amputadas sus blancas alas y teñidas de sangre. Su muerte, vengada, por su única y apreciada hija y ante sus ojos, muertos.

Venganza...cruel destino para sus portadores, marcada con los rasgos de la oscuridad y desterrada de su casa, olvidada en lo más profundo de las mentes. Nunca más nombrada ni recordada, como si ello portara la destrucción de la vida.

- Maldita...y obligada a olvidarles. Olvidar...

El bosque se estremeció, Roran observaba las negras alas de Arya, mientras ella seguía intentando asimilar lo ahora recordado con dolor. Su rostro se endureció, sus lágrimas cesaron y la fortaleza volvió a levantarse, inquebrantable.

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