El día no era otra más normal de lo que hacía días era, independientemente de las batallas incesantes y los peligros que nuestro hogar corría seguían siendo días apacibles y tranquilos hasta llegado un punto. Aun así, las flautas de alerta resonaban perturbando los corazón de los Tel’Quessir de vez en cuando; y aquella sería una de esas veces.
La llamada de alerta resonó sobre las conversaciones, arrastrada por el viento y la lejanía. Los batidores corrían hacía su llamada al igual que algunos de nosotros. Ser William, Nyu y yo eramos unos de ellos.
- Soldados informen. - la masculina voz sonó autoritaria.
Aun así los batidores seguían alerta por el peligro que nos acechaba. Observé a los presentes, las murallas y como William intentaba averiguar qué había producido la alarma. En la lejanía con gesto alarmado y agitado uno de los hombres gritó, llamando nuestra atención, mientras se acercaba.
- ¡Señora!. – se plantó frente a mí y observó a William, percatándose de él. - Señor.
El batidor se mostraba alterado, su respiración era saturada y estaba segura que su corazón latía más rápido que el galopar de un caballo. No obstante, tomando un poco de aire prosiguió su explicación.
- Señora, un mensaje. La flecha por poco me dio pero no lo hizo. - entre explicaciones el batidor mostraba un pergamino que tendía hacia mi. - Eso es lo que encontamos.
Observé detenidamente el pergamino que mostraba una seríe de dibujos en su trazado. Mientras William seguía dando ordenes de redoblar la guardia y explorar el terreno en busca del causante de tal alboroto. Mis celestes ojos observaban curiosa los trazados pero lo único que conseguía averiguar era lo que significaba la llama y la cara con alas y colmillos. Tendí el pergmaino a William, mientras este seguía dando ordenes y ejerciendo de Capitán. Poco más conseguía discernir de esos dibujos.
Pero, ahí estaba la pequeña Nyu, tan callada como siempre por falta de conocer del todo el común. William se dirigió a los cuarteles para organizar a los batidores y su próxima abatida al bosque. Yo, en cambio, me acuclillé al lado de Nyu y le mostré los dibujos.
- Nyu, pequeña, ¿reconoces alguno de los trazados?. - la observé y la dejé debatirse entre sus pensamientos.
La pequeña asintió al cabo de un rato y fue recitando lo que le recordaba cada uno de los dibujos.
- Sa…gra…do… - señaló el círculo negro con haces de luz. Bajó la mano al círculo que estaba en medio del pergamino, a mano izquierda - Pa..re..cer..lu…na.. – continuó con la siguiente de su izquierda. - O..tro..ci…clo…lu…nar… - tras ello señaló la llama - lla…ma… - y por último el dibujo de abajo del todo, más pequeño: una cabeza con grandes colmillos y alas. - dra..gón…
- Gracias, Nyu. - Asentí sonriendo a la pequeña y me enderecé.
No tardaríamos en partir hacia la biblioteca en busca del Maestro Delmir. Aun así, el maestro nos e encontraba en su descolocada sala, ni en su mesa, ni en ninguno de los pasillos con innumerables libros que inundaban la biblioteca. Katherine andaba de un lado a otro, tan ocupada como siempre aparentaba.
- ¿Desean algo? - su chillona voz me hizo atenderla de inmediato.
- Si, perdone, buscamos al maestro Delmir.
La elfa bufó exasperada y de mala gana. En cierta formm fue gracioso ver lo molesta que estaba con el Maestro Delmir. Cuando pregunté si ocurría algo, se limitó a despotricar sobre su desorden, su descontrol de los libros, su pesadez al no dejarla trabajar e innumerables quejas más que quedaron en el olvido.
- Bueno, ¿podría decirme qué puede deducir de este pergamino?
Katherine tomó el pergamino en sus mano y lo observó descifrando algunas figuras a primera vista.
- Podría ser una carta… aunque entonces denotarián no ser muy listos, sólo han hecho dibujos. Miré, el primer símbolo sería el reemitente; estos dos símbolos - señaló ambas lunas. - el mensaje y esta llama la conclusión. Como no esta cabeza con colmillos, podría ser la firma del mandatario.. ¿Puedo hacer una copia?.
Asentí mientras ella ya se dirigía hacia la mesa y hacia una copia. Una carta.. era posible, aunque aun así solo era una conclusión. Preguntaría al Maestro Delmir sobre sus conclusiones y valoraría las alternativas, aun fuera o no una carta aun debíamos descifrar su contenido. Katherine concluyó su copia y se dedicó a estudiar sus dibujos mientras Nyu y yo volvimos a emprender la búsqueda del Maestro Delmir.
La llamada de alerta resonó sobre las conversaciones, arrastrada por el viento y la lejanía. Los batidores corrían hacía su llamada al igual que algunos de nosotros. Ser William, Nyu y yo eramos unos de ellos.
- Soldados informen. - la masculina voz sonó autoritaria.
Aun así los batidores seguían alerta por el peligro que nos acechaba. Observé a los presentes, las murallas y como William intentaba averiguar qué había producido la alarma. En la lejanía con gesto alarmado y agitado uno de los hombres gritó, llamando nuestra atención, mientras se acercaba.
- ¡Señora!. – se plantó frente a mí y observó a William, percatándose de él. - Señor.
El batidor se mostraba alterado, su respiración era saturada y estaba segura que su corazón latía más rápido que el galopar de un caballo. No obstante, tomando un poco de aire prosiguió su explicación.
- Señora, un mensaje. La flecha por poco me dio pero no lo hizo. - entre explicaciones el batidor mostraba un pergamino que tendía hacia mi. - Eso es lo que encontamos.
Observé detenidamente el pergamino que mostraba una seríe de dibujos en su trazado. Mientras William seguía dando ordenes de redoblar la guardia y explorar el terreno en busca del causante de tal alboroto. Mis celestes ojos observaban curiosa los trazados pero lo único que conseguía averiguar era lo que significaba la llama y la cara con alas y colmillos. Tendí el pergmaino a William, mientras este seguía dando ordenes y ejerciendo de Capitán. Poco más conseguía discernir de esos dibujos.
Pero, ahí estaba la pequeña Nyu, tan callada como siempre por falta de conocer del todo el común. William se dirigió a los cuarteles para organizar a los batidores y su próxima abatida al bosque. Yo, en cambio, me acuclillé al lado de Nyu y le mostré los dibujos.
- Nyu, pequeña, ¿reconoces alguno de los trazados?. - la observé y la dejé debatirse entre sus pensamientos.
La pequeña asintió al cabo de un rato y fue recitando lo que le recordaba cada uno de los dibujos.
- Sa…gra…do… - señaló el círculo negro con haces de luz. Bajó la mano al círculo que estaba en medio del pergamino, a mano izquierda - Pa..re..cer..lu…na.. – continuó con la siguiente de su izquierda. - O..tro..ci…clo…lu…nar… - tras ello señaló la llama - lla…ma… - y por último el dibujo de abajo del todo, más pequeño: una cabeza con grandes colmillos y alas. - dra..gón…
- Gracias, Nyu. - Asentí sonriendo a la pequeña y me enderecé.
No tardaríamos en partir hacia la biblioteca en busca del Maestro Delmir. Aun así, el maestro nos e encontraba en su descolocada sala, ni en su mesa, ni en ninguno de los pasillos con innumerables libros que inundaban la biblioteca. Katherine andaba de un lado a otro, tan ocupada como siempre aparentaba.
- ¿Desean algo? - su chillona voz me hizo atenderla de inmediato.
- Si, perdone, buscamos al maestro Delmir.
La elfa bufó exasperada y de mala gana. En cierta formm fue gracioso ver lo molesta que estaba con el Maestro Delmir. Cuando pregunté si ocurría algo, se limitó a despotricar sobre su desorden, su descontrol de los libros, su pesadez al no dejarla trabajar e innumerables quejas más que quedaron en el olvido.
- Bueno, ¿podría decirme qué puede deducir de este pergamino?
Katherine tomó el pergamino en sus mano y lo observó descifrando algunas figuras a primera vista.
- Podría ser una carta… aunque entonces denotarián no ser muy listos, sólo han hecho dibujos. Miré, el primer símbolo sería el reemitente; estos dos símbolos - señaló ambas lunas. - el mensaje y esta llama la conclusión. Como no esta cabeza con colmillos, podría ser la firma del mandatario.. ¿Puedo hacer una copia?.
Asentí mientras ella ya se dirigía hacia la mesa y hacia una copia. Una carta.. era posible, aunque aun así solo era una conclusión. Preguntaría al Maestro Delmir sobre sus conclusiones y valoraría las alternativas, aun fuera o no una carta aun debíamos descifrar su contenido. Katherine concluyó su copia y se dedicó a estudiar sus dibujos mientras Nyu y yo volvimos a emprender la búsqueda del Maestro Delmir.
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