La joven estornudó y llevo su mano enguantada en tela de seda a su nariz para así mitigar el picor. Estaba segura que un día, no muy lejano, enfermaría por permanecer tanto tiempo bajo la lluvia de esa región. No obstante, le agradaba ese lugar. Alzó sus celestes ojos del papiro que estaba escribiendo y observó la mano que poco antes sostenía el documento. No tardó en depositar la pluma que mantenía con la diestra en un tintero que poseía sobre la mesa y se quitó ambos guantes observando sus manos. Horas antes, Dek le había dicho que no era sensato portar guantes, pues estos acababan quemados por las magias.
Una leve arruguita se dislumbró en el entrecejo de su inmaculado rostro y suspiró levemente dejando sendos guantes en un lateral de la mesa. Sabía con certeza que pasaría demasiado frío sin esos guantes y eso la obligaba a seguir utilizandolos con frecuencia; aun así, al conjurar intentaría no portarlos para no llevarse un buen susto… al menos el tiempo suficiente hasta controlar del todo el torrente que la Urdimbre le ofrecía a cuenta gotas. Lo que más extrañaba a la jovan es que siendo él, Dek, un arcano que conseguía dominar el tiempo, aunque fue por un escaso periodo, tuviese problemas en controlar su magia sobre el trozo de tela de unos míseros guantes.
Tomó de nuevo la pluma del tintero y tras dar varios toques en el mismo para quitar la tinta apelmazada de más se dispuso a seguir escribiendo lo que parecía una carta con letra fina y elegante, digna de una elfa.
“ […]
…la llegada al Asentmaiento fue algo prematura, como bien os prevení, y parece ser que no en una de las mejores noches pues el lugar fue atacado por un gusano gigante y una horda de orcos. Cierto es que llegué la noche anterior al ataque. No obstante, cabe decir que la horda de orcos cayeron bajo los conjuros de los arcanos de Athoran, los cales acababan de lidiar el problema reciente con el Asentamiento. Días después supe que el problema anterior con los Athorianos fue debido a un mal entendido por parte de una pequeña druida, que me aventuro a decir que podría ser Drin, y un Athoriano que huyó tras el altercado.. dando así un mal entendido claro por ambas partes.
Volviendo al incidente de la primera noche en Svensgard, debo decir que el gusano cayó bajo la mano de los Athorianos y algunos Svensgarianos, tales como Ashner o Leurik. Tras su derrota una gema verdosa quedó pendiente en el aire con influencia mágica. No hace fata decir que al tocar la gema uno de ellos, Zax, quedó atrapado dentro de la gema… y cómo no otro de ellos, el cual se hace llamar Rob, le siguió al tocarla tras ser avisado de posibles problemas.
Tras varios intentos de mitigar el poder arcano de dicha gema, en vano, la gema acabó cayendo al suelo acompañada de una explosión. Bueno, cuando desperté contemplé un portal y a los que quedaban fuera entrar a buscar a sus compañeros. No, no fui insensata. No fui tras ellos. Mis fuerzas acabaron placando tras una herida cuasi mortal que Ashner y Leurik sanaron. Es posible que en caso contrario me hubiera aventuraro al ser partícipe de la Urdimbre pero en este caso no lo ví coherente.
Aunque no indagué he dicho tema, parece ser que todos salieron ilesos de ese altercado.
Días después he observado el comercio de las ciudades aliadas: Athoran, como bien indican, es una ciudad de comercio arcano: ropajes, bastones, papiros imbuidos en magias de diversas runas; por otro lado, Genn, se basa en un comercio de armas forjadas, armaduras y objetos de predominantes para el clero. Empiezo a entender las disputas entre ambas regiones, más o menos.
Sobre la información recaudada antes de mi llegada puedo indicar que ambos aliados de Svensgard estan en continua lucha, aunque en ocasiones intenten calmar sus ánimos, sobretodo en el territorio neutral como es el bosque. Aun así, cabe decir que el último ataque de los arcanos a la ciudad del nort, Thane, ha incrementado el deseo de guerra en estas tierra. El ataque coincidió con mi presentación con Ser Xanos pero poco dialogamos pues nos apresuramos a llegar a Thane en una carrera que se nos unió parte de los caballeros de Genn. Parece ser que Athoran sabe atacar en el mejor de los momentos, pues no había casi protección en la ciudad del norte en esa ocasión. Ciudadanos, guardias y todo lo ser vivo que había allí fue asesinado y empalado como si de mero ganado a punto de ser mandado a las ciudades para alimento se tratase.
Cabe decir, que… todos verifican que el ataque a esa villa fue ocasionado por los arcanos del desierto y algunas pruebas así lo demuestran en la matanza que allí vieron mis ojos. Los caballeros de Genn montaron en cólera pero consiguieron menguarse y ser sensatos tras las palabras del pueblo de Svensgard. Cierto es que esa visión haría estremecerse a los mismisimos dioses pero la colera no atrae nada bueno.
Svensgard se muestra neutral en este envio de puñales entre sus aliados, pues ambos pueblos los son, pero sigo divagando de cuánto tiempo nos mostraremos impasibles ante estos hechos. He de susponer que mientras el bosque no llore nos mostraremos neutrales pero… nos encontramos en medio de una guerra inminente. Y la balanza actual, a mi punto de vista, se decanta por los aliados del clero. Cabe decir que esta balanza es devida a la reservación que los arcanos muestran ante todo aquel que no sea de su ciudad.
Sin más dilación, dicho informe queda concluído.”
La fémina dejó de escribir en ese preciso instante, la carta iría sin reseñas de nombres referentes al receptor ni a ella misma. Lo único que dibujaría en el borde inferior izquierdo sería un trébol céltico, símbolo más que conocido por ambas partes. Tras concluir el trazado del sello enrrolló el papiro y lo rodeó con un lazo de seda teñido en negro para su mejor trasporte. Yang, la pequeña fata, ya estaba danzando sobre la mesa esperando el papiro con los brazos extendidos hacia arriba, tan impaciente como siempre lo había sido.
Sus celestinos ojos miraron a la fata con cara de circunstancia y de sus labios resopló un suspiro antes de iniciar el rutinario sermón que siempre deleitaba a la pequeña con un mensaje.
- Yang, no seas mala, no te tires invisibilidad a menos que haya peligro inminente, ¿me has oído?. Yin te acompañará, así que no le hagas travesuras o será tu último mandato. - el dedo de la elfa apuntaba amenazante a la pixi. - Te lo he avisado y sabes que me enteraré si le haces algo.
Yang refunfuñó como un enano y le arrebató el papiro de las manos tras tirar algo de polvo mágico a los ojos de la joven. Como no, salió danzando a lo alto de la habitación para ver la próxima función de su ama. Ésta se había levantado con los ojos doloridos por el polvo mágico y trastabilleaba con los muebles de la habitación, mientras que la traviesa pixi reía con ganas desde su segura posición.
- ¡Maldita seas Yang! ¡Ven aquí! ¡Te voy a arrancar las alas cuando te coja!
- ¡¡¡Yang, Yang, se va. Adiós, adiós!!!
La vocecilla chillona de la fata se fue alejando entre risas mientras se colaba por la ranura que habia por la puerta entreabierta.
Aoi arrugó la naricilla y suspiró con pesadez. Los efectos de los polvos mágicos y el escozor acabaron apagandose al cabo de unos minutos y pudo ver por fin nuevo. Menos mal que empezaba a acostumbrarse a su mal educada fata.
Una leve arruguita se dislumbró en el entrecejo de su inmaculado rostro y suspiró levemente dejando sendos guantes en un lateral de la mesa. Sabía con certeza que pasaría demasiado frío sin esos guantes y eso la obligaba a seguir utilizandolos con frecuencia; aun así, al conjurar intentaría no portarlos para no llevarse un buen susto… al menos el tiempo suficiente hasta controlar del todo el torrente que la Urdimbre le ofrecía a cuenta gotas. Lo que más extrañaba a la jovan es que siendo él, Dek, un arcano que conseguía dominar el tiempo, aunque fue por un escaso periodo, tuviese problemas en controlar su magia sobre el trozo de tela de unos míseros guantes.
Tomó de nuevo la pluma del tintero y tras dar varios toques en el mismo para quitar la tinta apelmazada de más se dispuso a seguir escribiendo lo que parecía una carta con letra fina y elegante, digna de una elfa.
“ […]
…la llegada al Asentmaiento fue algo prematura, como bien os prevení, y parece ser que no en una de las mejores noches pues el lugar fue atacado por un gusano gigante y una horda de orcos. Cierto es que llegué la noche anterior al ataque. No obstante, cabe decir que la horda de orcos cayeron bajo los conjuros de los arcanos de Athoran, los cales acababan de lidiar el problema reciente con el Asentamiento. Días después supe que el problema anterior con los Athorianos fue debido a un mal entendido por parte de una pequeña druida, que me aventuro a decir que podría ser Drin, y un Athoriano que huyó tras el altercado.. dando así un mal entendido claro por ambas partes.
Volviendo al incidente de la primera noche en Svensgard, debo decir que el gusano cayó bajo la mano de los Athorianos y algunos Svensgarianos, tales como Ashner o Leurik. Tras su derrota una gema verdosa quedó pendiente en el aire con influencia mágica. No hace fata decir que al tocar la gema uno de ellos, Zax, quedó atrapado dentro de la gema… y cómo no otro de ellos, el cual se hace llamar Rob, le siguió al tocarla tras ser avisado de posibles problemas.
Tras varios intentos de mitigar el poder arcano de dicha gema, en vano, la gema acabó cayendo al suelo acompañada de una explosión. Bueno, cuando desperté contemplé un portal y a los que quedaban fuera entrar a buscar a sus compañeros. No, no fui insensata. No fui tras ellos. Mis fuerzas acabaron placando tras una herida cuasi mortal que Ashner y Leurik sanaron. Es posible que en caso contrario me hubiera aventuraro al ser partícipe de la Urdimbre pero en este caso no lo ví coherente.
Aunque no indagué he dicho tema, parece ser que todos salieron ilesos de ese altercado.
Días después he observado el comercio de las ciudades aliadas: Athoran, como bien indican, es una ciudad de comercio arcano: ropajes, bastones, papiros imbuidos en magias de diversas runas; por otro lado, Genn, se basa en un comercio de armas forjadas, armaduras y objetos de predominantes para el clero. Empiezo a entender las disputas entre ambas regiones, más o menos.
Sobre la información recaudada antes de mi llegada puedo indicar que ambos aliados de Svensgard estan en continua lucha, aunque en ocasiones intenten calmar sus ánimos, sobretodo en el territorio neutral como es el bosque. Aun así, cabe decir que el último ataque de los arcanos a la ciudad del nort, Thane, ha incrementado el deseo de guerra en estas tierra. El ataque coincidió con mi presentación con Ser Xanos pero poco dialogamos pues nos apresuramos a llegar a Thane en una carrera que se nos unió parte de los caballeros de Genn. Parece ser que Athoran sabe atacar en el mejor de los momentos, pues no había casi protección en la ciudad del norte en esa ocasión. Ciudadanos, guardias y todo lo ser vivo que había allí fue asesinado y empalado como si de mero ganado a punto de ser mandado a las ciudades para alimento se tratase.
Cabe decir, que… todos verifican que el ataque a esa villa fue ocasionado por los arcanos del desierto y algunas pruebas así lo demuestran en la matanza que allí vieron mis ojos. Los caballeros de Genn montaron en cólera pero consiguieron menguarse y ser sensatos tras las palabras del pueblo de Svensgard. Cierto es que esa visión haría estremecerse a los mismisimos dioses pero la colera no atrae nada bueno.
Svensgard se muestra neutral en este envio de puñales entre sus aliados, pues ambos pueblos los son, pero sigo divagando de cuánto tiempo nos mostraremos impasibles ante estos hechos. He de susponer que mientras el bosque no llore nos mostraremos neutrales pero… nos encontramos en medio de una guerra inminente. Y la balanza actual, a mi punto de vista, se decanta por los aliados del clero. Cabe decir que esta balanza es devida a la reservación que los arcanos muestran ante todo aquel que no sea de su ciudad.
Sin más dilación, dicho informe queda concluído.”
La fémina dejó de escribir en ese preciso instante, la carta iría sin reseñas de nombres referentes al receptor ni a ella misma. Lo único que dibujaría en el borde inferior izquierdo sería un trébol céltico, símbolo más que conocido por ambas partes. Tras concluir el trazado del sello enrrolló el papiro y lo rodeó con un lazo de seda teñido en negro para su mejor trasporte. Yang, la pequeña fata, ya estaba danzando sobre la mesa esperando el papiro con los brazos extendidos hacia arriba, tan impaciente como siempre lo había sido.
Sus celestinos ojos miraron a la fata con cara de circunstancia y de sus labios resopló un suspiro antes de iniciar el rutinario sermón que siempre deleitaba a la pequeña con un mensaje.
- Yang, no seas mala, no te tires invisibilidad a menos que haya peligro inminente, ¿me has oído?. Yin te acompañará, así que no le hagas travesuras o será tu último mandato. - el dedo de la elfa apuntaba amenazante a la pixi. - Te lo he avisado y sabes que me enteraré si le haces algo.
Yang refunfuñó como un enano y le arrebató el papiro de las manos tras tirar algo de polvo mágico a los ojos de la joven. Como no, salió danzando a lo alto de la habitación para ver la próxima función de su ama. Ésta se había levantado con los ojos doloridos por el polvo mágico y trastabilleaba con los muebles de la habitación, mientras que la traviesa pixi reía con ganas desde su segura posición.
- ¡Maldita seas Yang! ¡Ven aquí! ¡Te voy a arrancar las alas cuando te coja!
- ¡¡¡Yang, Yang, se va. Adiós, adiós!!!
La vocecilla chillona de la fata se fue alejando entre risas mientras se colaba por la ranura que habia por la puerta entreabierta.
Aoi arrugó la naricilla y suspiró con pesadez. Los efectos de los polvos mágicos y el escozor acabaron apagandose al cabo de unos minutos y pudo ver por fin nuevo. Menos mal que empezaba a acostumbrarse a su mal educada fata.
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