jueves, 13 de diciembre de 2007

La llegada

Ante ella se erguía una figura, un hombre se mantenía firme frente a ella. Su mirada estaba clavada en Maya y un escalofrío recorrió su cuerpo.

- Yo ser Andronidas y tú, hembra?

Una mano le tocaba ahora en pecho , su mirada parpadeo atónita, entre el no entender y en dar la respuesta a la pregunta. Sus labios arrastraron suaves su nombre, mientras su mirada se fijaba en las tres figuras elfas, tras el Bárbaro.

- Ma…Maya…
- Eres nueva por estas tierras, hembra?

Su mirada volvió al descomunal hombre que tenía frente a ella, se obligó a asentir mientras éste seguía hablándole de lo que ella no entendía. Una voz sonó en el aire y rápidamente un elfo se acercó, interrumpiendo así al Bárbaro.

- Andronidas, no la asustes. Mi nombre es Arigael, a su servicio. Ellos son Yerul y Elva, su mujer.
- Maya, encantada…pero no hace falta que te pongas a mi servicio..

Arigael sonrió, haciendo que Maya se sintiera más segura. Se fijó entonces en otra figura, a su parecer era humano, su armadura era totalmente plateada y su mirada estaba fija en ella. Una voz le sacó de su deliberación, volviendo a la realidad. Las quejas de Andronidas eran casi pésimas pero a su vez le hacían gracia, aquél hombre no parecía tan extraño. Aunque seguía sin entender porque la llamaba Hembra…

- Hembra Maya, vayamos a enseñarte estos páramos.
- Irán ellos? - Maya miraba a los elfos algo preocupada.
- Claro!


Las flechas, los gritos de batalla, la magia, junto el sonar de los filos chocando entre sí, la desconcertaban. Los orcos atacaban y ella no sabía donde se encontraba. Arigael se acercó a ella, su voz sonó tranquila pero ilógica para Maya.

- No te separes, los enemigos no sólo son los Orcos
- A qué te refieres?
- Ya lo entenderás, ahora no te separes de mí

Maya asintió sin entender, por más que sus piernas corriesen no conseguía cogerles el ritmo, aunque cada vez que miraba al frente Arigael y Dayron estaban allí…Dayron ese hombre…era bastante misterioso para Maya, su mirada siempre fija, sin dirigirle apenas la palabra, cómo si le esperara en todo momento.

- Por qué me esperas siempre?
- Para protegerte.

La contestación de Dayron fue tajante, Maya no preguntó más. Siguió corriendo hasta que llegaron a sitio seguro, su respiración era acelerada tras la carrera. Se sentó en el suelo, cansada. Observando a los presentes. Arigael se acercó y le dio una rosa, perpleja la aceptó. La mirada cínica de Dayron, se clavaba ahora en Arigael. Éste le observó por unos instantes y volvió la vista a Maya.


Su encuentro con Orcos se convirtió en una confortable reunión en Aidur. Yerul, Elva, Arigael y Dayron, junto a una mujer que iba y venía cada cierto tiempo contemplando una bolsita, la cual le intrigaba bastante, ¿qué era aquello que con tanto recelo miraba?.
Las cínicas miradas y las burdas contestaciones de Dayron contra Arigael eran cada vez más notables, Maya seguía dialogando sin percatarse sobre oficios y cazas. Yerul la reclamó y se apartaron del grupo, los susurros de ambos eran arrastrados por el viento y perdidos en la noche.

- Si quieres puedo ser tu maestro, te encaminaré hacia la herboristería y por la senda de Vryllia. Así llegarás a ser uno de los nuestros…algún día.
- Mi maestro?...hm…no sería tan mala idea…quizás así pueda conocer el camino del arco.
- Entonces seré tu maestro, pero no me llames maestro. Llámame Yerul.

Mientras su conversación seguía, las mordaces palabras de ambos acompañantes eran divididas por Elva. Yerul avanzó hacía ellos, seguido de Maya, interrumpiéndoles divertido

- Espero que a partir de ahora Maya y tú os llevéis bien, Ari. Es más os toca recolectar juntos.
- Recolectar?..Yo paso…
- Os jugareis un arco
- Vale!
- Bien, nosotros debemos marcharnos. Yerul, tenemos que ir a ver a Tirolja.

Yerul asintió, desapareciendo poco después de la aldea, junto a Elva. Maya no recordaba cuando empezó la pelea entre Dayron y Arigael. Encontrándose ahora entre ellos, su mirada recorría a ambos…Dayron citaba palabras envenenadas, dañando así a Arigael; por su parte Arigael, contestaba cegado por la rabia a su contrincante. Una figura se dibujó frente a ellos, a tiempo de que la mirada de Maya y Violetta se cruzaran.

- ¡Ya basta!
- …mis padres murieron en una casa en llamas, dónde ves la gracia?
- Te avisé, muchacho. No me faltes al respeto…
- Cuándo te he faltado al respeto?
- Lo llevas haciendo desde que tuviste a Maya bajo el paraguas!
- Me ignoran…- pensó.

La discusión continuaba, Maya cansada dirigió una mirada a ambos y se marchó pero sus pasos fueron retenidos por Dayron, culpable inicial de la disputa. Su palabras sonaban suaves, emotivas..aunque algo envenenadas por el odio hacía Arigael.

- Lo siento…
- No tendrías que haber incluido a sus padres y menos recordarle su muerte…
- Pero él empezó! …aunque quizás me pasé..
- Quizás? Deberías pedirle disculpas..además no entiendo el motivo de esa disputa…

Los dorados ojos de Maya, se clavaron en la figura que se acercaba, mientras que sus pasos se separaban de Dayron buscando a Arigael. Dejando así a Violetta con Dayron .

- Maya…siento que hayas tenido que presenciar esto.

Maya se limitó a sonreír.

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