miércoles, 17 de junio de 2009

Hadas III

“Comúnmente, se cree que las hadas pueden ser vistas sólo por los niños, aunque en realidad cualquier persona que conserve rasgos de inocencia y tenga una conducta recta podría encontrarse con ellas.”


[…]


… el frío suelo que había notado poco antes de desvanecerme se convirtió en una mullida cama de hierba, mis ojos observaron la sala cuando vagamente recuperé la conciencia… ¿Cuánto tiempo estuvimos inconscientes?


Oteé alrededor, el grupo se hallaba allí, poco a poco los caídos se recuperaron, algunos ya estaba deambulando por la sala ayudando a encontrar otra salida. Al parecer teníamos tres puertas ante nosotros, la puerta que habíamos pasado a rastras Asgrim y yo, una segunda puerta en la cual se oían ruidos que no conseguimos diferenciar aparte de pertenecer a animales, y una tercera puerta de piedra bastante gruesa, cuyas runas la envolvían dándonos un mensaje. El mensaje no tardó en ser descifrado por la joven Aynur, dicho escrito decía así, “Sólo aquel que posea el brillo de la sangre podrá abrir la puerta”.

Pensamos, debatimos, dimos mil vueltas a dicho escrito pero no encontramos nada. Saqué una daga, intentando ser racional ante el dilema que se nos planteaba, y deslicé el frío acero sobre la pálida piel de mi mano derecha, no pasaría nada por intentarlo y la cara de estupor de Saria sería digna de recordar. Contuve una mueca de dolor, sólo era un rasguño nada más, no tardaría en cerrarse si lo precisaba; dejé que el rojizo brillo de mi sangre se deslizara sobre la palma de la mano, antes de presionar la herida sobre la gélida piedra de la puerta. No ocurrió nada, la puerta no cedió ni un ápice de su posición, esto implicó que volviéramos a estrujar nuestros cansados cerebros sin éxito alguno, estábamos en blanco. Selene, Aynur y Saria se debatían en la reexaminación de la puerta, pronto encontraron una pequeña muesca, la cuál nos hizo levantar y buscar por todo la sala sin hallazgo alguno. La verdad es que nos hallábamos tan encerrados en ese pequeño acertijo que ninguno supo que buscar…


Era tan desalentador, encerrados en una sala sin salida aparente, suspiré y me senté en uno de los troncos que se situaban al lado de la puerta. El grupo precisaba más tiempo pero ¿teníamos tanto tiempo? La suave voz de Aynur me hizo volver a la realidad, a su parecer y no habiendo caído ninguno más, estábamos en una sala cuya vegetación quizás estuviese otro ingrediente que precisábamos, Rúcula. Dicha planta se trata de una planta semierguida muy ramificada y pubescente. Sus hojas son verdes y rojizas de 20 a 30 cm. de largo. Sus flores están agrupadas en racimos blancos o amarillas. Tras buscar entre la vegetación, Ayuri halló la planta y cortó un pequeño tallo. ¡Por Silvanus! No era momento de ser protectora con la planta, le dije que cogiera toda la planta, no sabíamos que precisábamos exactamente y no pensaba volver a buscar el ingrediente si no cogíamos lo que necesitábamos ahora, así lo hizo. Me pareció que se quedaba absorta con mi punto de vista pero no estaba para indagar sobre el tema.


La puerta se presentaba ante nosotros de nuevo, nos volvimos a devanar los sesos pensando en qué sería posible usar como llave. Sinceramente, acabé perdiendo la noción del tiempo en pensar sobre el respectivo objeto antes de ser arrastrada hacia la maldita puerta. ¿Por qué diantre me sentía arrollada hasta la superficie pétrea de la puerta? Me deshice de la mochila con la mayor agilidad que pude y miré su contenido, creo que no quedaba rastro de duda en ninguno de nosotros, todos los ojos de la sala se centraron en ella. La piedra que había olvidado por completo, volvía a brillar con su fulgor carmesí, mis manos se deslizaron hasta la ranura de la puerta y con un suave sonido la puerta se abrió sobre su propio peso, dejándonos divisar la sala continua.


La sala que sucedía estaba iluminada por una tenue luz que no nos permitía ver mucho más allá de unos metros, Ayuri se adelantó para buscar posibles trampas, no podíamos arriesgarnos a volver a caer en los mismos errores. La compañía esperó, lo que a mí me resultó demasiado tiempo, los murciélagos empezaron a rodearnos y a caer bajo nuestros filos en pocos minutos. Selene y yo no pudimos calmarlos, ¿por qué no pudimos? ¿Acaso lo que nos deparaba de ahora en adelante sería peor de lo que dejamos tras nuestros pasos? Nos habían alertado sobre ello pero… aun me quedaba cierta duda. ¿Hasta dónde llegarían las perversidades de la hadas?


Miré los pequeños cuerpos amontonados en el suelo, antes de avanzar y poder discernir a Ayuri con otro murciélago. El único que quedaba en pie, supuse que sería el líder, no tardó en verificarlo tras sus hipocresías y alto ego. Suspiré y negué, tenía unas ganas atroces de cerrarle esa boca. Ayuri había encontrado el guano de murciélago, al menos ya teníamos dos ingredientes, era un avance, creí. Mis pasos se guiaron por el resto del grupo hasta donde estaba la ofrenda de los vampiros. ¿Por qué ese murciélago ansiaba tanto la inmortalidad? ¿Acaso no habíamos atacado en defensa propia a sus súbditos quedándose él solo? Mira que hay que ser egoísta, suspiré con más ahínco y miré al humano que se presentaba ante nosotros como esa ofrenda. Me pregunté varias veces como era posible que se hubiese dejado coger con tanta facilidad, tratándose de él, y como era posible que le hubieran desnudado. Cabía decir a favor de los murciélagos que era lo mejor tratándose de Mick y seguramente estaría enojado…


Me acerqué a él sin demasiada demora y corté las ataduras que lo inmovilizaban, Selene comprobó su estado, no parecía dañado físicamente. La cálida voz de Saria se deslizó a mis oídos, antes de poder girarme y reaccionar apartando a Selene. Fruncí el ceño mirando como el animal estaba a pocos pasos de nosotras, ¡que ganas tenía de cortarle sus preciadas alas!
Avanzamos siguiendo las indicaciones nos había dado el murciélago, supuse que muy a su pesar, el pasillo que se presentaba ante nosotros no auguraba demasiada confianza. Poco tardamos en verificar que las trampas hacían acto de presencia ante nosotros. El cuerpo de Ayuri, Yax y Aynur fueron desplomados en diversas ocasiones, avanzamos con tantas artimañas como nos fue posible, las trampas eran desactivadas de una u otra forma, cuya mayoría de veces era a extensas de nuestros propios cuerpos. Las heridas eran sanadas la mayoría de las veces, por Selene y por mí, el resto de la compañía ayudaba cuando era posible o seguían buscando en nuestra ciega avanzada.


Tardamos varias horas, demasiadas, en franquear ese pasillo, estábamos heridos, exhaustos y yo al menos hasta el diablo de esas criptas. Ante nosotros se divisaba una puerta de madera, dos de los vampiros no tardaron en divisarnos y lo único que nos separaba de ellos era una trampa, la cual no conseguía ver por mucho que me lo propusiera. El confiado vampiro avanzó, molesto por nuestra indiferencia ante ellos, la trampa que nos separaba estalló sobre él, haciéndose visible para todos los ojos ajenos hasta entonces, su cuerpo se desvaneció in situ con el sonido sordo que esto genera. No tardó demasiado en atacar su acompañante, el cual fue abatido con gran facilidad, el estoque que hasta entonces empuñaba Mick estaba incrustado en el pecho del vampiro. La puerta se cerró tras mirar alrededor de la sala, lo que nos deparaba más allá de la puerta no imbuía demasiada confianza, el pequeño y sagaz ejército de vampiros constaba de varios guerreros, arcanos y quizás algunos individuos más que no conseguí divisar mientras intentaba comprobar en vano si el vampiro caído tenía sangre en las venas. Me enderecé y le di una patada al cuerpo, maldita sea, teníamos que enfrentarnos a ese grupo de engendros. Sería una ardua batalla.


No me percaté de cuando abrieron la puerta y empezaron a atacarnos, ni cuando empecé a musitar mis oraciones y a esquivar golpes de esos seres, ni siquiera cuando cayó el último asaltante. Mi respiración era entrecortada pero retomé el aliento y miré a mí alrededor. Mis compañeros estaban heridos, algunos más otros menos. Pronto traté a los heridos más graves, mientras en mis oídos se oía una conversación entre el líder y parte del grupo. ¿Es que no se iba a acabar nunca?
Por Silvanus, ¡esto empezaba a ser una pesadez!, entre mis labios se volvió a sentir mis acostumbrados suspiros y mi cuerpo se acabó sentando en uno de los escalones. Al parecer el vampiro deseaba volver a ver a su amor, Valine, entonces ¿teníamos que hacer de casamenteros también? Lo que me faltaba… Valine, era la medusa que habíamos dejado salas atrás, entonces debíamos volver sobre nuestros pasos pero era preciso, el vampiro nos daría su sangre y esperaba a con euforia que también la llave que encerraba al Oso. Suspiré y seguí los pasos de mis compañeros, con un quedo de histeria…