lunes, 20 de abril de 2009

Hadas II

“En verdad, el reino de las hadas no está lejos de nosotros; está incluso al alcance de nuestra mano. Para penetrar en él basta cambiar la propia manera de ver las cosas.”

[…]

El suave retintín de las gotas al caer era sordo a nuestro alrededor, nos envolvía la fría brisa y nos empapaba las ropas hasta quedar calados pero nadie se quejaba sobre ello. El grupo se hallaba con los preparativos de la partida al Bosque de Rahm; Mayn y Ayuri se encontraban en lo alto del muro natural; Gaerali hacia guardia a nuestro lado, cual hombre enfrascado en su tarea; Selene había partido a descansar horas antes; y el joven Yax se entretenía en un abstracto dibujo realizado en la madera de las puertas. Los murmullos de una conversación me hicieron otear hacia la misma, divisando a Asgrim y Gaerali, al menos Gaerali se dignaba a hablar en estos momentos. Me resultaba bastante difícil no creer en su persona e intentar por todos mis medios hacerle entrar en razón, aunque dicho método fuese bastante cruel. Dudé y dudo que la pérdida de una persona querida le haga abrir los ojos, es demasiado testarudo.

La sombría piedra, que horas antes me había dado Mayn, se removía con leves vibraciones entre mis pertenencias, el rojizo brillo de la misma hizo que mis ojos se abrieron por la sorpresa. El frío tacto de la humedecía hierba traspasó mis guantes al dejar la extraña piedra en el suelo, el peso de la misma junto con el entorpecimiento de la alta hierba pasó a ser un vago intento de moverse en dirección al Este. La tomé entre misma manos y el grupo pronto se reunió en la dirección indicada. El bosque de Rahm se mostraba ante nosotros, al final llegamos donde íbamos, como bien indicó Selene en un momento de búsqueda. Los batidores buscaban alrededor, tampoco sabíamos exactamente que buscar, Gaerali divisó bien adentrados en el bosque la figura de las hadas en las copas de los árboles más altos, para el resto del grupo nos fue imposible divisarlas... quizás por ese motivo confiamos en sus sentidos y los seguimos.

Un grito rompió el silencio de mis oídos, centrados en el sonido de mi alrededor, los pasos se agitaron y se aceleraron gritando Kuea, ¿acaso Kuea se encontraba en el bosque? No partió con nosotros... Fruncí el ceño y divisé entre los presentes el cuerpo de Kuea, atado en lo alto del puente; sus ropas estaban desgarradas, su pelo revuelto pero no divisaba herida alguna. Las quejas ayudaron a tranquilizarme, si tenía ánimo para maldecir a las traviesas hadas implicaba que estaba perfectamente. Sinceramente, en mis labios se deslizó fugazmente una sonrisa de alegría. Kuea nos guiaba ahora hacia más entrado el bosque, crucé al otro lado observando la manada que solía descansar en esos páramos, miré atrás unos instantes impaciente, cabe decir, puesto que más de la mitad del grupo se encontraba plantado al inicio del puente que mis pasos ya habían dejado atrás. Oí pequeños murmullos que verificaron las palabras de los mismos cuando se decidieron a avanzar a mi posición, habían encontrado un pequeño rastro pero estaba demasiado erosionado como para comprenderlo o seguirlo. Selene se hallaba frente a un enorme osos, por su estatura tendría bastantes años, era gracioso verla al lado de ese inmenso animal cuyo peso le cuadriplicaba. El grupo se distanció mientras dejaba que mi pequeña erudita se informara con el animal, las hadas horas antes habían seguido el cauce del río. Era de ayuda si posteriormente encontrábamos nuevas pistas, sonreí ante la desenvoltura de Selene al encontrar la armonía con él, ciertamente era mi pequeña erudita, aunque no recuerdo habérselo comentado en persona.

La voz de Asgrim nos hizo volvernos hacia el pequeño lago vecino, ¿había encontrado algo? Que más daba, todos nos encontrábamos mirando sobre las oscuras aguas del mismo, buscando lo que él había visto. La pequeña y minúscula figura que flotaba sobre el mismo fue descrita como la figura de una pequeña hada, cuando Gaerali subió con el pequeño cuerpecito inerte de la misma. Sentí el frío cuerpo sobre mis manos, su pulso era débil pero estaba viva, quizás con un poco de suerte ella nos podría ayudar en esta cruzada. Musité unas oraciones al Padre Roble y la pequeña fue retomando su color de piel, vivacidad y movilidad. Saria, como poco después descubriría, nos comentó que se hallaba allí por los motivos que me indicó días antes, buscar información, pero las hadas al parecer no eran tan simpáticas.

Suspiré y proseguimos el camino hacia el Lago de los diamantes, la cripta que se cierne al final del mismo se presentó ante nosotros sombría y misteriosa. Ladeé la cabeza y fruncí el ceño, ¿dónde diantres se metía Mick en momentos como estos? … odiaba las criptas. Entramos, decididos pero con cautela, si cabe decir puesto que no sabíamos que nos deparaba dicho lugar. Ayuri se adelantó, sus pasos alarmaron a las criaturas que nos esperaban más allá, las garras de las criaturas repiqueteaban sobre el suelo mientras que se acercaban, sus pronunciados picos se abrían emitiendo graznidos por quizás ira..., y sus oscuros ojos se centraban en el grupo, mientras empezaban ha sonar entre las paredes el choque de espadas y el susurro de las flechas sobre nuestras cabezas, la sangre empezó ser resbaladiza en el pavimento pero nos debatimos en una victoria sangrienta.

Continuamos en el laberinto de las criptas hasta hallar una habitación cuyos adornos constaban de cinco pilares y una extraña pareja al fondo, petrificada... ¿Por qué estaban petrificados? Nos desviamos y abrimos batalla de nuevo, las criaturas que nos atacaban eran viscosos reptiles, de aspecto humanoide y ojos saliente. No pudimos hacer más que defendernos y ellos perecer… el que parecía su líder no miró con desdicha, con lástima y miraba a sus compañeros con dolor pero aun así no atacó, ni siquiera ayudó a sus caídos en la batalla… era bastante extraño pero así fue, se quedó allí donde lo encontramos hasta que la sombra de Asgrim apareció tras él, y con un golpe seco le hizo caer malherido sobre el suelo. Teníamos que avanzar, delante nos encontrábamos con las bien conocidas medusas, conocidas a su vez por ser capaces de petrificar a sus oponentes… sería difícil ese combate, demasiado. Traté las heridas del líder por orden de Gaerali, quizás tuviese razón esta vez y podría ayudarnos, al fin y al cabo no perdíamos nada ¿o sí? … la pérdida de sangre y el golpe apropiando le había hecho perder el sentido. Selene me ayudó con las heridas del ser e intentamos reanimarlo, para dicha perdida no costó demasiado. Contestó con simpleza algunas preguntas, las estatuas situadas en la sala anterior eran los Dioses del Aire petrificados por Atin, ¿Quién era Atin? Alguien preguntó como despertar a los Dioses del Aire y la receta sería la siguiente “Piel de oso, sangre de vampiro, recula, guano de murciélago, whisky y oro en polvo”. Entonces, debíamos encontrar a las hadas y acabar con su locura, y además encontrar una receta, ¿maldita sea por qué me meto siempre en estos líos? Los ingredientes estaban dentro, puesto que no había salida sin ayuda precisa. ¡Genial, encima encerrados en la cripta! Antes de caer rendido en su estado de cansancio y sueño nos indicó que pereceríamos más allá de las criptas, fue muy alentador… sin lugar a dudas…

El dilema se plantaba ahora ante nosotros, las medusas empezaban a avanzar a nuestra posición, Ayuri me entregaba un pergamino que pronto reconocí como enmarañar... pero de verdad, ¿serviría un conjuro tan básico? No, no podía arriesgarme. Musité de nuevo al Padre Roble y alcé una neblina sobre ellas, atrapadas y fuera de su alcance fue fácil acabar con el peligro para los batidores. La líder, se mostraba con semblante sombrío y dolorido, nos culpaba de dichas muertes pero ella no era capaz de detenerlas. No moriríamos por ellas de eso estaba segura. Nos indicó el camino para seguir adelante, pero no nos acompañaría como bien nos indicó el líder de los anteriores enemigos, temía demasiado por su vida… ¿Eran egoístas o únicamente temían por sus vidas? Suspiré y avanzamos a la siguiente zona, abrí los ojos de par en par, como el resto de mis compañeros al encontrar tal manada de inmensos y peludos osos. Me pregunté que hacían allí, sinceramente ¿osos en una cripta? Selene y yo avanzamos, un oso de inmensas medidas bramó, furioso y retumbando sobre nuestros oídos el sonido aterrador pero los osos restantes no atacaban. Lo que me pareció un sonido desgarrador me retumbó en los oídos y me nubló los tímanos hasta quedar casi sorda, me atolondró y viré hacia atrás mirando el cuerpo inerte de Selene en el suelo. Avancé hacia el oso cuando comprobé que Selene sería recogida por mis compañeros. El Oso bramaba tan alto que no me fue difícil oírle aun teniendo medio sordera, debido a la trampa. Como bien indicó se encontraba encerrado en una celda mágica que sólo podría abrirse con una llave concreta, la cual poseían los vampiros, a cambio de su libertad nos daría su piel. Era un trato justo, aunque me sentía algo despreciable por pedirle algo a cambio de salvarle. Con suerte, si encontrábamos la llave, encontraríamos la sangre que precisábamos de esos seres… ¿pero cómo se le sacaba sangre a un vampiro? Es más, ¿dichos seres tenían sangre?

Negué en mis adentros, era preciso para salir de ese calvario, sea como fuese hallaríamos la forma. Comprobé el pulso de Selene antes de continuar y la puerta que nos seguía nos estañó con fuego vivo a Asgrim y a mí, los murmullos de detrás se oían algo lejanos mientras trataba las quemaduras de ambos. Lo último que recuerdo era el sonido de un paso y el sordo caer de mi propio cuerpo, desplomado, sobre el frío suelo.

[…]